Intento aquietar
este mundo de señales,
de vientos y pensamientos que rompen
el interior del amanecer.
Defino el silencio en cada página
no leída del libro que escribí
con el vaho de tu aliento en mi respiración,
mientras caminabas encendido de luz
entre tus dedos y mi piel.
Intento demorar la renuncia
de las horas sencillas que habitaste
con tu cuerpo adormecido,
prodigio de tierra nunca vista
en el vaivén del tiempo.
Anudo el recuerdo de tus ojos
a las rosas sosiegas y calladas
que sembraste una tarde clara de verano
en las entrañas encendidas de un –te quiero-
desterrado del jardín.
Lo intento.
---------------------------------------------------
Hasta mañana, si Dios quiere.
Imagen de Edgar David. Gracias