
Nunca imaginé que usar la argolla de matrimonio de mi madre me haría tan feliz. Mamita se me fue hace tres años, y es desde hace muy poquito tiempo que llevo conmigo este regalo tan-de-ella.
Pienso en lo que significó para mi madre este pequeño anillo, delicado y bello. Imagino la felicidad que sintió cuando mi padre se lo puso el día en que se casaron. Ya nunca estaría sola. Caminaría por la vida de la mano del amor de su vida, con el corazón repleto de amor, tal y como vivió 53 años al lado de mi padre.
Cada mañana, cuando me pongo en el dedo la argolla de mamita, siento algo especial en mi alma. Ella viene a mí y me recuerda suavemente que es posible vivir enamorada. Que es posible amanecer cada día con una sonrisa llena de amor, y que mientras mantenga mi corazón cubierto de esperanza y de fe, podré ser feliz, tanto como ella lo fue al lado del amor de su vida.
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Dedicado a todos aquéllos que guardan un gran amor en sus corazones.
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Hasta mañana, si Dios quiere.
Imagen de Albert De Weerd. Gracias